2009-04-07

China y Tíbet: Un binomio de soberbia y dependencia



El pasado 10 de Marzo se celebró el quincuagésimo aniversario del alzamiento tibetano contra las fuerzas chinas. Efeméride que siempre dirige las miradas hacia el Premio Nobel de la Paz y líder político-espiritual del Tíbet, Dalai Lama; pero que, paradójicamente, suele estar rodeada de polémica, y en más de una ocasión, de violentos enfrentamientos.


Ha pasado un mes de dicha fecha, y he podido comprobar la tristemente efímera presencia de la noticia en los medios; también he comprobado, una vez más, cómo son mancilladas las palabras, y cómo cambian de significado al ser pronunciadas por unos u otros. Por todo ello, he decidido retomar el tema en este artículo.


El Dalai Lama es una figura superfluamente conocida en la sociedad actual, especialmente desde que fue condecorado con el premio al individuo que más ha trabajado por la fraternidad de las naciones, por la abolición de los ejércitos o por la promoción de congresos de paz: ergo, el Nobel de la Paz. Y digo superfluamente porque saber sobre el Che no es pasearse con su imagen serigrafiada en la camiseta, y porque para ser Bueno −con mayúsculas− no hay que ganar El Premio. Mahatma Gandhi nunca lo ganó.


Pero, ¿quién es en realidad el Dalai Lama? El actual, es el sucesor de una estirpe de líderes religiosos de la escuela Golug del Budismo tibetano. Aunque, más correcto sería decir que, es la decimocuarta reencarnación de aquel primer Dalai Lama. Dalai, en mongol, significa “océano”, y Lama “líder espiritual”. Por ello, el Dalai Lama se debe tomar por un “líder cuya espiritualidad es tan profunda como el océano”. El Dalai Lama contemporáneo, en tibetano, adopta el nombre espiritual de Tenzin Gyatso, pero nació como Lhamo Döndrub, en 1935. A los dos años fue reconocido como la reencarnación de su predecesor, y tristemente saltó a la fama en 1959, al exiliarse, algunos años después de la canalla incursión militar china en tierras tibetanas.


Según China, Tíbet forma parte de su geografía desde los albores de la humanidad, pero la realidad es que hasta 1951, el año de la invasión, Tíbet no era más que una Teocracia aislada de casi todo. La República China justificó semejante atropello en pro de la modernidad y el progreso –una palabra mancillada–, y para liberar al pueblo tibetano que supuestamente vivía esclavizado por monjes y poderosos latifundistas. Sorprendente acusación, cuando un número importante –alrededor de 80.000 tibetanos– siguió al Dalai Lama en el exilio, y otra gran parte profesa gran admiración por su persona, y protagoniza ardientes manifestaciones en el techo del mundo, pasados 50 años del exilio, y medio siglo después de aquel fallido alzamiento. De ser cierta tal acusación, ¿no deberían estarles agradecidos a los militares chinos, o al menos, habérseles calmado el ardiente anhelo de autodeterminación? –Una palabra mancillada, que no necesariamente implica la secesión–. Por lo visto, no.


Nadie sabe si el actual Dalai Lama será el último del clan. Ni siquiera él mismo lo asegura: “Yo creo que el Dalai Lama es un jefe temporal, inventado por el hombre. Que el Dalai Lama como institución perdure solo depende del deseo de los tibetanos”. Provoca sorpresa semejante muestra de modernidad por parte del líder de un pueblo supuestamente estancado en la Edad Media. Sin embargo, el Gobierno tibetanos en el exilio hace más de cuarenta años que abrió las puertas hacia una democratización de su nación, para dejar atrás la Teocracia. En 1963, tras cuatro años de destierro, escribió el borrador de una constitución, basado en la Democracia. En el texto, claramente se dice que el Dalai Lama podrá ser retirado como líder de la nación si dos terceras partes de la Asamblea así lo deciden. Más recientemente, en 2001, crearon el Kalon Tripa, una suerte de jefe de la Administración que se ocupa de los asuntos diarios del Gobierno tibetano y está a cargo de los dirigentes políticos. El Dalai Lama prueba su sentido del humor al afirmar que gracias al Kalon Tripa está “medio jubilado”. A pesar de todo ello, el líder espiritual tibetano afirma que “la figura del Dalai Lama aún le es útil a la gente del Tíbet; más aún, diría que si muriese hoy, los tibetanos elegirían otro Dalai Lama”.


El Gobierno de Pekín no soporta a este hombre religioso de 72 años afincado en Dharamsala, un pequeño pueblo indio a los pies del Himalaya. Hasta tal punto llega su desprecio, que demagogia tras demagogia intenta construir una opinión pública de repudio hacia su figura. Pero el Dalai Lama confía en el buen criterio del pueblo chino, y cree que “no se cree ya esas mentiras”. Pekín acusa al séquito del Dalai Lama de estar detrás de las revueltas de 2008 y le ha llamado “separatista que utiliza la religión para conseguir la independencia” –otra palabra mancillada–. Extraña crítica, cuando el mismo Dalai Lama en su página web rechaza la independencia

absoluta: “sólo pido un alto grado de autonomía para los tibetanos, formando parte de la República de China”.


Hu Jintao, actual presidente de China, pretende ir un paso más allá en la lucha contra los inconformistas tibetanos: “debemos construir una gran muralla sólida contra el secesionismo y proteger la madre patria”. Hablar de murallas hoy en día, con lo que supuso el Muro de Berlín, y con la pérdida de valores que simboliza el Muro de la Vergüenza que Israel ha construido para ahogar al pueblo palestino, es, cuando menos, de mal gusto. Pero Hu conoce bien esta región, y sabe de qué y a quiénes habla, ya que fue secretario general del Partido Comunista Chino en ese territorio entre los años 1988 y 1992. Cuatro años que fueron suficientes para instaurar una primera Ley Marcial para sofocar otra manifestación independentista. En este año 2009, el presidente no ha tomado medidas tan drásticas –aún– como la anunciada muralla, pero sí fuertes medidas militares y policiales, que algunos medios europeos tildan de cercanas a la Ley Marcial –de nuevo instaurada por el señor Hu­–.


A pesar de que el Dalai Lama no sea independentista, y sí que haya sectores secesionistas en el pueblo tibetano, su figura tiene una gran capacidad aglutinadora y es un gran guía para su gente. Por ello, muchos creen que la muerte del Dalai Lama –que no goza de muy buena salud últimamente– provocaría una inestabilidad en el territorio similar a la que provocó el fallecimiento de Yasir Arafat en Palestina. “Asociaciones pro Tíbet de todo el mundo coinciden en que el Dalai Lama ha logrado convertir su causa en un movimiento por los derechos humanos de los 6 millones de tibetanos que viven en Tíbet”, asegura el portavoz de la campaña Free Tibet, Matt Whitticase.


Tras las trágicas manifestaciones del año pasado en Lhasa, capital del Tíbet, que se saldaron con cientos de monjes detenidos y miles de heridos, no ha habido ninguna conversación entre los dos gobiernos. En este aniversario de 2009 no ocurrió nada en Lhasa, pero había una tensión en el ambiente que se podía cortar con cuchillo. En declaraciones al diario alemán Frankfurter Rundschau, el Dalai Lama afirmó: “La situación en el Tíbet es muy tensa y podría registrarse una explosión de violencia en cualquier momento”.


Pero no fueron esas las declaraciones más sonadas del líder tibetano, sino las palabras que pronunció en su discurso de celebración del 50 aniversario: “China ha empujado a los tibetanos a tales niveles de sufrimiento y penuria que literalmente han experimentado el infierno en la Tierra”. A lo que el Gobierno chino respondió, sin ningún tipo de pudor, que lo que han hecho es convertir la meseta del Himalaya en “el cielo en la Tierra”.


Extraña imagen que tiene del Edén la Administración Hu, cuando el territorio está plagado de check-points policiales, convoys de vehículos armados y policías apostados en los tejados de las casas, según los pocos testigos que pueden informar desde allí. Y es que, turistas, visitantes, y cómo no, periodistas, tenían restringida la entrada al territorio en las fechas cercanas al aniversario. China, lógicamente, negó tal situación, pero, ahí estaban las agencias de viaje, confirmando la imposibilidad de entrar en ese territorio. ¿Y a eso que responde el Sr. Hu? Pues nada. La conexión a Internet y los servicios de telefonía móvil también dejaron de funcionar a medida que se acercaba la fecha. ¿Será porque por esas vías se informaron las redacciones de todo el mundo de la brutalidad policial china en las manifestaciones de años anteriores?

Para más INRI, la mera tenencia de una imagen del Dalai Lama es constituyente de delito, lo que, unido al cariño que sienten por su figura, ha empujado a los tibetanos a portar bajo sus atuendos estampas de Su Santidad, de manera que no sean descubiertas. Pero en los monasterios tampoco queda libre este pueblo del yugo chino. “Más de 2.300 funcionarios de la República trabajan desde los incidentes del año pasado para cerciorarse de que los pupilos no sean engañados por los monjes separatistas, y asegurar una normal práctica del Budismo”, según la agencia de noticias Xin Hua. No pocos consideran esto un atropello a la libre educación y un verdadero adoctrinamiento.


En muchos países se celebraron manifestaciones a favor de los derechos del Tíbet coincidiendo con las Olimpiadas de Pekín 2008, lo que demuestra que el Dalai Lama mantiene intacta su capacidad de atracción. Pero este magnetismo del líder tibetano tiene también su contrapartida: puede llegar a desvirtuar la verdadera lucha de un pueblo por su derecho de autodeterminación.


El Dalai Lama también aseveró que las genuinas religión, cultura y lengua del Tíbet “están a punto de extinguirse”. En mi humilde opinión, además del yugo de China, deberían intentar reemplazar la presencia del Dalai Lama, en lo que a gobierno respecta, por una representación meramente política. Porque, recordemos, los medios de comunicación se olvidan de una edición a otra de cualquier persona, cualquier pueblo y cualquier lucha, por muy legítima que sea. Y lo que no aparece en los medios, no existe.


Fuentes:

The Associated Press

Xin Hua News Agency

Dalailama.com

El País

4 comentarios:

IBE dijo...

Oso ondo, sugandila: ondo idatzita eta ondo irakurrita ere, abotza atsegiña duzu eta argia!
Bromaz aparte; artikulua gustatu zait, interesgarria da. Baina amaieran esan duzunari buruz zer edo zer esan gura dut. Hau da: "Medioetan agertzen ez dena, ez da existitzen". Egia da, Tibeten, Afrikan, edo gure inguruko herrietatik urrun gertatzen dena, ez daukala zer ikusirik gurekin dirudi, beste galaxia beteko kontuak direla. Gure bizimodua edo gure osasuna, arrizkuan jartzen ez bada bereziki, eta hori ere epe laburrerako ikusita.Irakurri nuen liburu bat gogorarazi dit. Liburuan, legez kanpo jokatzen dutenei jarritako zigorrik gogorrena, besteen begirada ukatzea zen. Besteek ez ba digute begiratzen ikustezin bihurtzen gara.
Horregaitik, kazetariei dagokien lana da hau, ahaztuta edo erdi ahaztuta dauden izkanbilak argitaratzea, jendearen memoria astintzea...Batzuetan, oporretan esagutzen ditugun herriak, askotan beste alde iluna eta gogorra izaten dute gogorarazteko.
Kazetariek, berriak ez diren kontuak berri bihurtu behar dituzte.Eta horretarako beti izango da momentu egokia, beti izango da zer salatu, munduan beti izango dira abotzik ez dutenak, mutuak, ikusteziñak...
Beste bat arte.

100ate dijo...

Sugandila, eskerrik asko artikulogaitik.
Ahaztutako gauzek:
Herriak, pertsonak, kondairak blogger hontan, leku bat daukelako. Horregaitik bakarrik leku honek zentzua dauka.
Holan jarraitu.

Anónimo dijo...

Vaya pedazo programa de radio que te has currado, te lo digo en serio y no sabes cuánto me gusta cómo ha quedado lo de las musiquillas que le has metdo y demás. Nada pesado, incluso para mí que iba leyendo mienras escuchaba en euskera. Te ha quedado precioso, puedes estar orgulloso.

Sugandila dijo...

Eskerrik asko guztiei! Jendearen kontzientzian ohiartzuna sortzea... polita da hori bai. Muchas garcias anónimo por las pedazo palabras Un abrazo!